¿Volverá a ganar Michael Schumacher?

Estimado sr. jorgech:
No, no, no soy de esos sufridísimos deportistas, lo más que anduve montado en el aparato ese de dos ruedas fue en un pasatiempo que orgánizábamos los amigos cuando mozos en el pueblo. Lo llamamos la "Vuelta al Concejo", ¡imagínese la hazaña! y yo me postulaba siempre al premio a la regularidad (siniestramente esos pretendidos amigos me lo negaron con tenacidad que empeñada en otra mejor causa sería encomiable) pues siempre llegaba a cola. Nunca pude aprender a sufrir sobre ese artilugio las cuestas y las pendientes desfavorables se me hacían infinitas. Hoy el velocípedo (único que tuve) yace olvidado en un rincón donde desde hace décadas se cubre de herrumbre y orín. Precisamente por eso sé lo difícil que es sin necesidad de mayor contraste. De hecho en más de una ocasión cuando me informaba de los perfiles del Tour o del Giro (cuando el Mortirolo no se pasaba por los túneles) reflexionaba algo tras analizarlos y llegaba a la conclusión de que para correr algo así habia de estarse bajo los efectos de la droga, siquiera fuese para no ser conscientes del maltrato que habrían de infligir a sus cuerpos en esas etapas inhumanas. Siempre me pareció un acto entre hipócrita y bárbaro que cada año J. M. Leblanc pidiera más espectáculo en unas etapas de toboganes de treinta quilómetros y, al tiempo, llevar un control absoluto de la ingesta de medicamentos y sus posibles efectos secundarios. Son esclavos de sus contradicciones y nosotros sus complices que, al callar, en cierta medida lo fomentamos

Ya le dije, sr. jorgech, que huelgan aclaraciones cuando alguno se acalora -nunca me pasó que fuese en exceso-[aunque después de esto último que nos cuenta empiezo a entender la causa de sus excelentes rendimientos a pesar de la edad ( 😉 ).] no obstante, su argumento de que sea contradictorio que un medicamento usado por particulares pueda ser prohibido para deportistas profesionales es falaz (en el sentido de ir el silogismo contra las normas de la lógica) pues no tiene que ver y, seguramente, nosotros podemos tomar café hasta hartarnos pero no por eso deja de ser un brebaje estimulante (prohibido en ciclismo) por su contenido en cafeína. Del mismo modo, una substancia permitida en el ciclismo puede estar prohibida en tiro de precisión (betabloqueantes) y la morfina, siendo droga y de las malísimas y por tanto en la lista de medicamentos prohibidos de cualquier deporte (es un suponer), no deja de ser indispensable en casos de dolencias graves para evitar el padecimiento innecesario del enfermo.

Saludos.

Bueno, sr. jorgech, que es estimulante es seguro (¡cuántas noches en vela!) aunque es posible que ya no esté entre las substancias prohibidas a pesar de que recuerdo más de un positivo por su administración y presencia en el organismo. Lo otro, lo del s... pues sí, todo lo que se practique es poco (en mi opinión) porque, como decimos los lamarckistas recalcitrantes, la necesidad hace al órgano y, efectivamente, la falta de uso los atrofia. Por otra parte le confieso que, en algunas ocasiones en que me siento molido por la vida y postrado por el cansancio, me gustaría ser menos estricto en mi política antidroga y hacerme adepto del Longevital o el Gerovital ese hasta la saturación.

Saludos.

¡Dios le conserve ese buen humor, sr. Jorgech! (y la ambidestreza, claro 😉 )
[Lo del clembuterol es guachafa porque es compuesto que se proporciona -ilegalmente en nuestros tiempos- al ganado para carne que les hace hermosear a ojos vista y a algún ganadero cuando lo prohibieron vi triste y afligido porque los terneros los tenía mermados y, decían, no engordaban. En los EUA creo que sigue estando permitido: les gusta las vacas rollizas aunque sean venenosas, concluyo.]
Con respecto a las pitufipastillas esas, es claro que la casa Pfeiffer ha echado por tierra el mito de que la imaginación es el mayor órgano sexual. Todo es química, todo y, recuerde, el veneno está en la dosis desde Hipócrates hasta hoy día.