Dijeron que ganarían el Mundial de Fórmula 1 en 4 temporadas y que financiarían el equipo con las cuotas del club de fans a través de Mastercard pero la realidad es que hace 15 temporadas, el Lola T97/30 de Ricardo Rosset y Vincenzo Sospiri rodó a 11 segundos de la pole en Melbourne (a ritmo de F3000) no pudiendo batir la marca del 107% en el único Gran Premio en el que intentaron participar.

La única marca que este Lola logró dejar para la posteridad fue el depósito de 25 millones de libras esterlinas que impuso la FIA para aceptar la inscripción de nuevos equipos y evitar que fiascos como el de Lola volvieran a repetirse ya que la escudería carecía de fondos antes de la disputa de la segunda carrera de 1997 en Interlagos.

Cuesta creer como una compañía de cierto prestigio como Lola arriesgase tanto en su último proyecto de Fórmula 1, pero la existencia de plazas limitadas para inscribirse en el Mundial, tras la desaparición de Simtek, Forti y Pacific; unido al interés de Dome y Honda por inscribirse en el certamen causaron que la compañía se precipitara una vez firmado el acuerdo de patrocinio con Mastercard en noviembre de 1996 y sobre la base del difunto Lola T95/30 (que nunca llegó a correr) anunciara su participación para la campaña siguiente.

La F1 no era terreno virgen para Lola dadas las previas experiencias que habían tenido en la categoría reina tanto en 1962 como en 1967 (de la mano de Honda), 1987 (a través de Larrousse) y 1993 (con Scuderia Italia).

Lo único que retraía a los directivos de Lola era la falta de presupuesto pero el ambicioso plan de Mastercard de patrocinarlos en 1997 a través de una tarjeta de crédito que hacía las veces de carnet de miembro del club de fans del equipo, les motivó a dar el paso definitivo.

Dicho plan, quizá fuera excesivamente optimista ya que esperaba reportar unos beneficios de 10 millones de dólares para la escudería a través de una clientela estimada entre 90 y 100 mil socios que disfrutarían de visitas a la fábrica, almuerzos con los pilotos y el personal o merchandising del equipo a cambio de mensualidades repartidas en tres niveles: 79,299 y 2999 dólares con lo cual si tan sólo el 0.33% de los 30 millones de afiliados a Mastercard contactados para formar parte del club (de los 370 millones que tenían en todo el mundo) hubieran aceptado habrían conseguido 7 millones de libras de los 12,5 millones que necesitaba el equipo en su primer año.

El proyecto recibió la luz verde demasiado tarde y quizá si hubieran esperado a 1998 las cosas les hubieran ido bastante mejor, ya que un el T97 denotaba una rápida gestación de tan solo 3 meses en cuanto a su diseño, con defectos como la ubicación de la caja de cambios, el difusor o las suspensiones así como una falta de downforce que se intuía desde las primeras pruebas en el túnel de viento.

Con tan solo dos tests a sus espaldas, uno en línea recta en Santa Pod (Inglaterra) y otro bajo la lluvia en Silverstone donde apenas pudieron rodar debido a problemas en la caja de cambios, el equipo Mastercard Lola se presentó en Melbourne y desde la primera sesión de entrenamientos ya se percibía que algo iba verdaderamente mal con el T97 ya que el no calentar las gomas Goodyear lo suficiente, unido a la falta de apoyo aerodinámico provocara que su mejor crono fuera un paupérrimo 1’40”972, a más de once segundos de la pole de Jacques Villeneuve de 1’29”369.

Antes de renunciar al campeonato en Interlagos, el equipo participó en otro test en Silverstone donde rodaron a 8,5 segundos del Jordan de Ralf Schumacher, siete décimas aún más lento que en Australia.

El motor tampoco ayudaba a la causa, ya que la falta de potencia era latente en los quince Cosworth ED4 V8 que Lola adquirió (y que ya usara Forti la campaña anterior) planificando ser utilizados cinco veces cada uno como medida temporal hasta que Lola fuera capaz de desarrollar su propio V10, el cual pretendían tener listo para finales de 1997.

Sin embargo, el ridículo del T97/30 no mató a Lola, sino que la hizo aún más fuerte. Al ser adquirida por Martin Birrane, sobrevivió a varios años duros donde cayeron Reynard y TWR y volvió a la competición en 2005 suministrando 50 monoplazas a las A1GP series, complementando su actividad con la F3, Le Mans así como otros campos como la aeronaútica donde diversificaron su negocio sobreviviendo a la crisis. Cuando en 2009 se abrió el plazo para inscribir nuevos equipos en el Mundial de Formula 1 de 2010, Lola presentó su inscripción inicial pero acabó retirándola a posteriori, recayendo las plazas adjudicadas en Campos Meta (ahora HRT), Lotus (renombrada como Caterham) y Virgin (actualmente Marussia).

Hoy en día, tan solo se conservan cuatro Lolas T97/30, los dos utilizados en Melbourne (conservando la librea original de Mastercard) sirven como vehículos de exhibición y aprendizaje en una escuela de pilotaje canadiense mientras que los dos restantes descansan en el circuito de Mondello (también propiedad de Birrane) y en la sede de Lola en Huntingdon.

3 COMENTARIOS

  1. Christian, ni me acordaba de este LOLA , claro que …solo intentando correr una carrera…. Lo buscaré en mis archivos ( aunque mi queridisima me haya tirado unos cuantos años) Es imcreible que un constructor de chasis como LOLA » de toda la vida » se dejara arrastrar una vez mas por la ambición de estar en la F1. Buen trabajo
    salud2s

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