Pole de Verstappen... juego de niños
hace 2 semanas

Magia… Irreal… Alucinante… Comentarios similares son lo que me llegan ahora mismo. Y yo les respondo: tranquilos, no dramaticen, es solo lo que hay… es lo que les llevo relatando desde Japón (incluso antes) … es simplemente un juego de niños.
Y me explico, porque la expresión “juego de niños” puede interpretarse como que es algo fácil y sobrado de mérito… no va por ahí: lo que estoy relatándoles (siempre en mi opinión) desde hace meses es que la situación del mundial de F1 actual es la de un hombre (Max Verstappen) compitiendo contra niños (resto de la parrilla) … y no hay más. Se lo vengo avisando desde el principio, y aún hay quien se sorprende.
Sí… ya lo se. El holandés muy probablemente no será el campeón del mundo este año. Probablemente quedará tercero o cuarto en las tablas, a más de 100 puntos del ganador… ¿y…?

Y nada… porque Max tiene potencialmente el cuarto monoplaza de la parrilla, muy por detrás de McLaren, e incluso de Ferrari y de Mercedes. Esto es así, son datos objetivos de competitividad y rendimiento… el nivel actual del Red Bull no lo marca Max Verstappen, lo marca Yuki Tsunoda (o lo marcaba Liam Lawson, o lo marcaba Sergio Pérez) …
Repito, esos son los datos objetivos… y solo los necios discuten los datos puramente objetivos. Lo único que aquí distorsiona es el elemento incontrolable de toda ecuación donde interviene el factor humano: el elemento Verstappen. Un piloto muy por encima del resto, a años luz del resto, y capaz de sacar un plus a un coche inimaginable para cualquier otro mortal que se suba a ese monoplaza… pero claro, a su nivel, no es tan difícil… porque, y volvemos al inicio, es un hombre jugando con niños.

El segundo de entre esos niños, entramos en el terreno de los mortales, resultó Oscar Piastri, quien no creía cómo con el tiempo ya prácticamente cumplido el holandés le birlaba una Pole Position casi asegurada, con su compañero Lando Norris en tercera plaza de salida.
Y es que tras la magia del cuatro veces campeón, la cosa estuvo realmente igualada… hasta siete pilotos (Kimi Antonelli fue séptimo, aunque acarrea penalización) en menos de medio segundo, estando los dos McLaren, George Russell y los dos Ferrari en diferencias de dos décimas.

Muy bien Fernando Alonso, Pierre Gasly y el propio Oliver Bearman, colándose en la Q3 para iniciar en buenas posiciones, aunque Bearman también será retrasado en parrilla lo que beneficiará a Carlos Sainz, cuyo Williams sigue flojeando pero que tal vez mañana en carrera tenga alguna opción más de redimirse del bajo nivel de forma que atraviesan en la actualidad.
Para terminar, un apunte sobre la zona final de parrilla. Me centro en este caso en Franco Colapinto. No es un mal piloto, y pienso que tiene sitio en la parrilla, pero llevo tiempo viéndolo sobrepresionado (no hablo de hoy en Gran Bretaña exclusivamente). Me da la sensación de que tiene demasiado ruido externo que le añade una presión extra a la ya de por sí en su situación, con un monoplaza además que no es ninguna maravilla, por no decir que es de los peorcitos bólidos de la parrilla... una presión y un ruido externo que no le está viniendo bien...porque lo noto como queriendo hacer más de lo asumible.

Hoy mismo (y en ocasiones anteriores también) se lo ve "sobreconduciendo" un tanto en los momentos clave del fin de semana... y esto, con su carro, es poco menos que jugársela a cara o cruz ante el desastre. Ciertamente es muy joven, y parte de eso va en el aprendizaje y la experiencia, pero creo sinceramente que si logra evadirse de todo, centrarse en su trabajo, y olvidarse de todo lo que no sea pilotar... si logra empezar a disfrutar de pilotar (lleve el carro que lleve), estoy seguro de que empezaremos a verle buenas actuaciones y algún resultado no esperado.
Y estos fueron los resultados, tiempos y posiciones provisionales de la sesión clasificatoria que conformará la parrilla del Gran Premio de Gran Bretaña de 2025:

1 Comentarios
Deja una respuesta
Buenas noches, un saludo a todos. Hace mucho que no escribo por unas causas y por otras, pero hoy me he decidido.
En el año 2011 leí un artículo titulado "La madre tigre", se trataba de una madre y profesora de Derecho de la Universidad de Yale llamada Amy Chua.
Ella, descendiente de inmigrantes orientales, escribió un libro titulado "Himno de batalla de la madre tigre", el cual fue polémico por poner de manifiesto la permisividad con que los padres occidentales criábamos a nuestros hijos, dando a entender que nuestros descendientes son personas poco luchadoras y sin inquietudes ante la vida.
Según ella, el modelo de educación oriental a la antigua usanza, basado en la disciplina, el trabajo duro y el respeto a la autoridad, conseguía muchos mejores resultados y los niños alcanzaban un nivel mucho mayor de logros, que luego les ayudarían a llegar más lejos en la vida.
Todo esto me recordó una charla con uno de mis cuñados, esa denostada figura familiar, en la que me contó que en una reunión de primeros de curso entre padres y profesores, el director puso de relieve en su discurso de inauguración los pilares en los que se debe basar la educación.
Son dos, el amor y la disciplina. Tanto si a un niño le damos solo amor, como si le damos exclusivamente disciplina, probablemente corremos el riesgo de convertirlo en un monstruo.
El niño debe conocer el significado de la palabra "si", pero también el de la palabra "no" y muchos padres, en su afán de darles lo mejor, caen en desequilibrios de todo amor o de todo disciplina, dando lugar a niños consentidos o niños resentidos. La verdad es que fue un discurso cabal y enriquecedor para una generación de padres cada vez más desorientados.
Amy Chua tenía dos hijas a las que crió en los valores de la disciplina. Las orientó hacia la música clásica, una con el violín y la otra con el piano.
Practicaban horas y horas al día, tenían prohibido realizar otras actividades, desarrollar aficiones propias, traer a casa notas inferiores al sobresaliente, entre otras medidas disciplinarias.
Claro, tras años y años así, cualquier niño termina convirtiéndose en un erudito en la materia, porque no le queda más remedio, pero las consecuencias de no poder haber disfrutado de sus aficiones o de poner en práctica sus propios gustos y sus criterios, no se sabe muy bien qué consecuencias puede acarrear.
Recuerdo un tenista llamado Boris Becker, al cual su padre quería convertir en un fuera de serie del fútbol. Llegó un momento en que el niño se enfrentó a su padre y le dijo que vale, que iba a ser un fuera de serie, pero del tenis y así fue.
También recuerdo con cariño a los participantes de la categoría infantil en las carreras de karting, de entre siete y doce años. Mientras corríamos los pilotos de las categorías superiores, ellos jugaban al esconder y al pilla pilla, como niños que eran. Llegado el momento de su manga, dejaban sus juegos, se montaban en el kart y se ponían a correr con la misma fuerza y determinación que los adultos.
Lo peor eran los padres, una buena parte de ellos les transmitían todas sus frustraciones. Volcaban en ellos todo lo que no pudieron alcanzar ni llegar a ser, presionándoles con charlas y lecciones cuya catadura moral dejaba mucho que desear, cualquier cosa valía con tal de ganar, "el fin justifica los medios".
A la Fórmula 1 llegan muy muy pocos de estos participantes. Muchos de ellos con trayectorias intachables de auténticos números uno en las categorías inferiores. Cuando se encuentran con los veinte mejores pilotos del mundo de diferentes épocas, la mayoría se diluye entre tanta calidad y solo unos pocos consiguen seguir destacando.
Y Max Verstappen es un buen ejemplo de ello. Ahora mismo es el mejor y con diferencia. No hay quien le haga sombra. Tiene una calidad innata fuera de lo común y buena parte de ello no son solo las cualidades de piloto que ha heredado de su padre Jos Verstappen, sino también de su madre Sophie Kumpen, varias veces campeona mundial de karting en categoría super A, que como tantas otras mujeres, se vieron abocadas a dejar sus trabajos o actividades deportivas para dedicarse a criar a los descendientes. Yo personalmente creo que la calidad le tiene que venir más por la madre que del padre, al cual vi correr en su momento y no le llegaba a Max ni a la altura de la zapatilla.
Jos crió también a Max a la antigua usanza, con disciplina y máximas exigencias. Dicen que un día que nevó, lo sacó de clase para que entrenara y condujera en esas condiciones de mínima adherencia. Obligando a Max a rodar tantas vueltas, que llegó a rozar la hipotermia.
El acompañamiento permanente y paternalista que hace con su hijo, junto con el nivel de exigencias que demuestra hacia Max y hacia los equipos en los que participa, también son el reflejo de la frustración de lo que él no pudo alcanzar en su etapa en la Fórmula 1.
Ya me despido hasta otra, un saludo a todos.
https://youtu.be/39Qdzx_Ge-g?si=9ic6MWY-TAqjoCIc