TOCA HABLAR DE CHECO PÉREZ

Después de un arranque de temporada bastante consistente, toca reflexionar sobre el rol del mexicano dentro de la escudería austriaca.

“Los tiempos están cambiando”, lo dijo Bob Dylan en 1964, y lo cierto es que era así desde mucho de que el musico de Duluth le diese melodía y estructura a unas ideas que han ocupado la mente de la humanidad desde el comienzo de los tiempos, desde infinitas perspectivas. En el contexto que nos ocupa, esta variación y evolución de la realidad gracias al paso del tiempo, tiene como protagonista a Sergio Pérez.

Así pues, tras la actuación del mexicano en las calles del principado de Mónaco, quedan despejadas todas las dudas sobre el “cambio de tendencia” de la jerarquía interna de Red Bull, algo que progresivamente se venía constatando desde comienzos de temporada.

Él lo dejó claro, en la misma rueda de prensa posterior al GP de Abu Dhabi 2021, se encargó de dejar aclarar que, su inferioridad respecto a Max, vino condicionada en todo momento por el grado de conocimiento y familiarización de su compañero en la casa a la que acababa de llegar. Mirando con ojos deseosos al cambio de era y los nuevos monoplazas que a priori, dejarían al holandés y mexicano en igualdad de condiciones en base a su nivel de adaptación al nuevo monoplaza. Y lo cierto es que, por escépticos que pudiésemos mostrarnos en un principio, la realidad actual es que Checo ha cumplido su palaba.

Después de 7 carreras, los datos evidencian esta nueva realidad con la que tiene que va a tener que lidiar de nuevo Horner y su equipo. A tan solo 16 puntos y tras varias situaciones algo escandalosas, que han jugado en contra del de Guadalajara (México), sería de ilusos descartarlo de la lucha por el título, para la que suma enteros como flamante vencedor el GP más prestigioso del calendario.

Y es que por mucho que pueda gustarnos más o menos el pilotaje de Pérez o su trayectoria, es evidente que la brecha que vimos en 2021 entre el 33 y el 11 se ha visto reducida (en el peor de los casos), cuando no eliminada. Lo vimos en Arabia Saudí, donde en la clasificación nos dejó a todos atónitos con una vuelta perfecta, sorprendiendo a propios y extraños, y que solo un Safety Car en el peor momento fue capaz de evitar que se transformarse en victoria. Más adelante, buenos puntos y ritmos consistentes han ido haciendo de Checo un compañero útil para un equipo que solo es capaz de mirar hacia uno de los dos garajes, y cuya organización desde 2018, gira en torno a Max Verstappen.

Lo que vimos en el GP de España fue una esclarecedora prueba de esta filosofía, anteponiendo en todo momento la estrategia del actual campeón del mundo a la de su compañero, que tuvo que ceder la posición por orden del muro hasta en dos ocasiones. Mientras que a Max no se le pidió lo mismo pese a darse una situación en la que parecía evidente. Por ello, no es de extrañar que el Pérez subiese al podio más que frustrado. El comprometer las opciones de un piloto desde tan temprano, e imponer un orden que empieza a mostrar las carencias de algo anticuado, no es plato de buen gusto para ningún competidor nato.

En última instancia, hay que recordar que, pretender aplacar a un talento que se ve desbordado a la hora de la verdad, no es siempre la opción más adecuada, No solo por el hecho de “capar” a uno de tus adalides, sino también y sobre todo, porque en un campeonato que se vislumbra más encorsetado que en los últimos años, tener dos coches de lleno en la batalla siempre multiplicará tus opciones de éxito. Y sino me creen, recuerden lo de los Red Bull en 2010.

En cualquier caso, y venga lo que tenga que venir en las próximas citas del calendario, Sergio Pérez da muestras de estar en estado de gracia, y en una temporada en la que por primera vez se ve con la suma de buen monoplaza y buen estado de forma. Desde el equipo han de saber lidiar con este bendito inconveniente de la competencia interna para maximizar las opciones de ambos “let them race”.