El británico Williams Grover «solo» invirtió tres horas y 56 minutos para vencer en la prueba con mayor glamour del circuito en los felices años 20.

Tras la resaca del Gp de España donde de nuevo Hamilton demuestra su valía y sigue en el camino para alcanzar su octavo titulo mundial, llegaremos en solo dos semanas a uno de los circuitos más emblemáticos de la f1, Mónaco. Me gustaría viajar a través de la atmósfera que genera el lujo y glamour de la cita monegasca a otros tiempos, al origen de la prueba donde otro británico, Williams Grover más conocido como «W Williams», se impuso en la prueba inaugural de este circuito en el lejano ya 1929. Si nos desplazamos a Montecarlo aun podemos contemplar su estatua de bronce erigida en Santa Devota, mítica curva del circuito urbano.

Williams Grover aunque nacido en Francia fue a vivir muy joven a Gran Bretaña retornando con su familia después de la gran guerra a Montecarlo. Fue en esta ciudad donde William desarrolló su fascinación por los automóviles, ya que el novio de su hermana le había enseñado a conducir nada menos que un Rolls. Aficionado a la mecánica y fascinado por los vehículos motorizados, compitió al principio en carreras de motos a principios de los felices años 20 adoptando un seudónimo, el de «W Williams» para mantener su identidad en secreto de cara a su familia. ​

En 1926, Grover-Williams había comenzado a competir con un Bugatti en Francia, participando en el Gran Premio de Provenza y en el propio Rally de Montecarlo. En 1928 y 29 se impuso en el Gp de Francia para, en ese mismo año, conduciendo un Bugatti 35B, pintado con el color que llegaría a ser conocido como el » verde de carreras británico» venció por delante del gran as alemán Caracciola en el prueba inaugural del GP. de Mónaco.

W.Williams



W.Williams



W.Williams

Logrado el objetivo tras muchas negociaciones de celebrar una prueba automovilística en Montecarlo, 20 pilotos se inscribieron en el GP de Mónaco de 1929, aunque finalmente fueron 16 los que participaron. Ocho pilotos confiaron en Bugatti, entre ellos W. Williams, que pilotó un Bugatti Type 35B. También formaron parte de la parrilla un Mercedes-Benz SSK, un Corre La Licorne, tres Alfa Romeo 6C y un Maserati 8C.

A diferencia de las carreras actuales, no hubo una sesión de clasificación para decidir los puestos en la parrilla de salida, sino que se decidió por sorteo. El francés Philippe Étancelin con un Bugatti Type 35C saldría desde el primer puesto, su compatriota Christian d’Auvergne desde el segundo, con Marcel Lehoux desde la tercera mientras que nuestro protagonista saldría quinto. 

Cuando se inició la carrera, Williams pisó a fondo  para colocarse tercero y poco después alcanzar la cabeza. Correr en Mónaco era una tarea de valerosos y algo locos pilotos en aquella época, teniendo el mar y los muros tan próximos careciendo además de casco. La posibilidad de adelantar era mínima también entonces y los abandonos eran muy habituales debido a las mecánicas de principios de siglo en una competición muy exigente. Después de 80 vueltas, solo quedaban nueve coches, que fueron los que acabaron la carrera, entre ellos seis de los ocho Bugatti que tomaron la salida confirmando la fiabilidad y el buen comportamiento de esta marca. Aún así el Type 35, el modelo que pilota Williams, pesaba solo 750 kilogramos y era capaz de superar los 215 km/h de velocidad punta, aunque en Mónaco, donde siempre se va más lento, tuvo una media de velocidad de 84,8 km/h.

Tras la victoria obtenida por este inglés el 14 de abril del 29, su carrera se fue diluyendo en los años 30 hasta abandonar las competiciones automovilísticas. La llegada de la segunda guerra mundial hizo que su vida se centrara en la formación de la resistencia francesa reclutando a otros pilotos como Robert Benoist, hecho este que le acabaría costándole la vida pues fue ejectutado por los nazis en Sachsenhausen en la primavera de 1945.​

4 COMENTARIOS

  1. Qué preciosidad de fotos y cuánto valor histórico tienen.
    La de enmedio parece la curva Portier en la bajada tras Loews y antes del túnel, se reconoce bien por el muro que salva el desnivel.
    La de abajo no la distingo tan fácilmente, pero parece La Rascasse por su forma y por la ubicación del puerto al fondo.
    Es triste saber como acabaron con su vida. Esas son las principales consecuencias de la guerras.
    Saludos y enhorabuena por el artículo.

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