Russell inspecciona el fondo de su Williams tras destrozar la plancha contra la tapa de alcantarilla despegada.

Hemos podido vivir en Bakú algo insólito, donde los primeros libres han sido cancelados después del incidente de George Russell, cuyo Williams ha roto la plancha del fondo plano por culpa de una tapa de alcantarilla que se despegó debido a la succión sufrida tras el paso del Ferrari de Leclerc. Para colmo de males, la organización azerí quedó nuevamente en ridículo debido al toque de la grúa que transportaba el Williams al box contra el voladizo de uno de los puentes peatonales sobre el circuito. Entre los problemas de alcantarillado y de gálibo, en dirección de carrera se optó por suspender la sesión para evitar males mayores. Ya habíamos visto problemas similares con Button en Mónaco y Grosjean en Sepang, pero la cancelación de la sesión es algo nunca visto hasta hora en Fórmula 1.

Afortunadamente, el incidente sucedió durante los libres evitando males mayores el resto del fin de semana.

2 COMENTARIOS

  1. A raíz de este incidente, por no decir accidente, me viene a la memoria uno muy grave que tuvo un piloto español llamado Jesús Pareja en el circuito Gilles Villeneuve donde disputaba una prueba del Campeonato de Sport Prototipos (ahora llamado wec) en el año 1990.
    En esa época los coches tenían mucho efecto suelo y la succión del vehículo precedente levantó e hizo volar una tapa de alcantarilla mal sellada hasta el punto de elevarla varios metros, cayéndole a él en la parte delantera del suyo, con la suerte de hacerlo en la lado contrario al que pilotaba, lo cual le salvó la vida. Aún así, el impacto de un disco metálico de unos 50 kg de peso contra un prototipo que circulaba a unos 270 km/h fue algo pavoroso, penetrando hasta los depósitos de gasolina y provocando un incendio inmediato y escalofriante.
    Para colmo tuvo la mala suerte de meter una rueda en el hueco del pozo de registro que quedó al descubierto, lo cual le hizo perder el control del coche, el cual comenzó a «trompear» a toda velocidad.
    Todo esto puso al piloto en una situación en la que se encontraba inmerso en una bola de fuego que rodaba muy rápido y sobre la que no tenía control alguno. Sólo podía esperar a que se detuviera por si misma sin sufrir mayores daños y luego intentar escapar desabrochándose los cinturones de seguridad y abriendo las puertas de lo que quedaba del vehículo, además de confiar en que los servicios de extinción de incendios actuarán antes de sufrir graves quemaduras.
    Una angustiosa situación que no le deseo a nadie. Al final sobrevivió sin demasiadas secuelas, pero tuvo que ver a la muerte cara a cara. No sé qué se podrá pensar en estos momentos pero tampoco mellama la atención saberlo, ni quiero que nadie más se vea en una situación así.
    Como ya comenté una vez a raíz del «accidente» que le costó la vida a Jules Bianchi, dicha palabra esconde detrás un halo de hipocresía, pues parece que llamándolo así le damos una condición de casual, fortuito o inevitable, todo en descargo de posibles responsabilidades o de malas conciencias.
    Los principios en los que se deben basar las competiciones del motor y los fines que se pretenden alcanzar, están muy relacionados con la velocidad, la competitividad y el espectáculo, pero estos deberían desarrollarse bajo el paraguas de otro que es el de la seguridad.
    Si confiamos directamente una prueba de automovilismo al más alto nivel, como puede ser un GP de Fórmula 1 a un circuito urbano, que suelen ser más peligrosos, de un país que no tiene tradición alguna en el mundo de las carreras, no como Mónaco, y cuya intención es más promocionar su capital que desarrollar una buena carrera, todo a cambio de una cuantiosa suma de dinero, pues al final pasan estas cosas.
    No digo con esto que la Fórmula 1 solo deba ser coto de los países con una larga tradición en la celebración de carreras, sino que los que no la tengan, tendrían pasar por un periodo de acumulación de experiencia y de adaptación en categorías inferiores antes de optar a celebrar las de máximo nivel, todo en aras de la calidad del servicio y de la seguridad.
    Todo esto sin entrar en la conveniencia o no de los circuitos urbanos, cuyas carreras a mi personalmete no suelen gustarme.
    Creo que la Fórmula 1 lleva bastantes años perdiendo el norte.
    Un saludo a todos

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