Los cambios en el circuito de Singapur y la influencia del safety car

Singapur es uno de esos circuitos mágicos pero a la vez irreales, teniendo lugar en una ubicación surrealista con un horario muy diferente al que estamos acostumbrados y con una atmósfera muy peculiar.

Personalmente tengo que reconocer que es un trazado que me encanta pero no puedo ser objetivo ya que Singapur es una de mis ciudades favoritas en Asia. He podido visitar el trazado de Marina Bay durante tres años diferentes y no deja de sorprenderme la pequeña ciudad-estado pues cada vez que vuelvo presenta novedades con una economía dinámica que lleva largo tiempo enfocada al turismo.

De los 120 millones de dólares que cuesta el evento, el gobierno asume en total 72 que se recuperan en parte con los ingresos generados por los más de 150000 turistas que cada año visitan Singapur el fin de semana del Gran Premio. No es de extrañar, teniendo en cuenta que en los tres hoteles donde nos alojamos (Swissotel, Stamford y Grand Plaza City Hall) nos cobraban algo más de 100 euros de suplemento por noche sólo por estar pegados al circuito. El importe de dicha tasa obligatoria iba a parar íntegramente a las arcas municipales lo cual supone alrededor de 40 millones de dólares que alivian en parte el coste de la factura que supone la carrera para el estado.

Ahora, podremos disfrutar del Gran Premio nocturno durante cinco años más aunque con cambios en el trazado que conocemos enfocados a promover los adelantamientos, que todo sea dicho, no abundan en el circuito asiático. De todas maneras, creo que habría que preservar el trazado urbano pese a que se ha hablado de crear un circuito semi-permanente en las afueras lo cual supondría menores costes organizativos dado el caos generado en el centro de la ciudad y sobre todo la elevada factura logística de las estructuras dispuestas en Marina Bay, de las cuales la única que no es temporal es la grada de Bay Grandstand, la cual es atravesada por los monoplazas en su parte baja y que se aprovecha durante el resto del año para los partidos de fútbol que tienen lugar en el estadio flotante justo enfrente de la carretera e incluso para conciertos y otros actos que amortizan la inversión.

Un factor que altera la carrera todos los años en Singapur es sin duda el safety car. Este año tuvimos dos, el primero causado por el accidente de Narain Karthikeyan (precisamente debajo del mentado Bay Grandstand) y otro por el choque entre Jean-Eric Vergne y Michael Schumacher que ha supuesto una sanción de diez puestos en la parrilla de Suzuka para el heptacampeón.

Mientras que en el primer periodo de safety car la mayoría de los líderes aprovecharon para parar (excepto Alonso y Maldonado que habían parado cinco vueltas antes), en el segundo se rodaron otras tres vueltas que ayudaron a que aquellos monoplazas que podrían haber sufrido una degradación brutal en sus gomas durante el último stint, ahorrándose una tercera parada. Los pilotos que se beneficiaron de esto fueron Sebastian Vettel y Fernando Alonso, aunque especialmente afortunado fue el teutón de Red Bull ya que Jenson Button tenía gomas más frescas y podría haber lanzado un ataque en los compases finales de la carrera de no ser porque las nueve vueltas rodadas tras el safety car más las dos últimas vueltas que no pudieron rodarse al superar el límite establecido de dos horas supusieron que se rodara casi un 20% menos de lo previsto, beneficiando a aquellos que habían tenido problemas para conservar neumáticos (como Vettel o Alonso en el primer stint parando en las vuelta 10 y 11 respectivamente frente al tardío pitstop de Button en la 14).

En Suzuka veremos si McLaren y Red Bull consiguen amortizar su superioridad mecánica o si por el contrario Fernando Alonso sigue liderando el mundial cómodamente pese a contar con un monoplaza inferior al de sus rivales en estos momentos.