Han pasado 16 años desde la última vez que la escudería italiana consiguiera hacerse con el mundial de pilotos. Desde entonces, campeones del mundo y aspirantes a serlo han pasado por el equipo durante una travesía por el desierto que parece no tener final.

Lo cierto es que, si no es por una cosa, es por otra. Tras años en los que Ferrari no se atrevía ni si quiera a toser a Mercedes, el cambio de reglamentación volvió a dar alas a los de Maranello. El doblete conseguido en Bahréin durante el primer Gran Premio de la pasada temporada no fue más que un espejismo de esperanza y anhelo. La realidad es que la escudería del Cavallino Rampante continúa sumida en el desgobierno y en la falta de liderazgo. La sustitución de figuras claves durante este invierno en casa Ferrari no han surgido el efecto deseado. La salida de Binotto no ha significado el regreso a los años dorados de los italianos. Y posiblemente aquí esté uno de los principales problemas de Ferrari. Esa inconsistencia hace muy difícil el poder luchar por un mundial.

Si giramos la cabeza a otros garajes, observamos como, por un lado, Christian Horner dirige a Red Bull desde su creación en 2005, y por el otro, Toto Wolff está al mando de Mercedes desde hace más de 10 años. Sin embargo, si regresamos al garaje rojo, vemos como cada dos o tres años hay cambio de cromos. Para equipos de esta talla, los proyectos son importantes, pero la consistencia también. Posiblemente la filosofía de Maranello de ganar ya a cualquier precio es lo que está provocando una sequía de títulos cada vez más próxima a las dos décadas.

Este año, al igual que el pasado, los principales problemas llegan desde la degradación de neumáticos. De hecho, este inconveniente se ha agudizado aún más durante esta temporada. De nuevo en Miami volvió a salir a la luz ese desgaste que tantos quebraderos de cabeza está provocando en Ferrari. Tanto Leclerc como Sainz sufrieron en algún momento del Gran Permio con unas ruedas con las que otros equipos apenas tuvieron inconvenientes.

Por parte del piloto monegasco, se encontró completamente perdido durante el primer stint con las medias, rodando en las últimas posiciones de puntos y batallando con el Haas de Kevin Magnussen, al que no fue capaz de adelantar hasta el final de carrera, ya con los neumáticos duros. La falta de ritmo de Leclerc con los compuestos medios obligó a Ferrari a anticipar la parada, por lo que “Il Predestinato” tuvo que realizar un segundo stint más largo de lo habitual. Esto acabó por comprometer finalmente la sexta posición con Lewis Hamilton, que llegaba desde atrás con una mejor estrategia, mientras que Charles ya estaba algo renqueante con unos neumáticos de casi 40 vueltas.

En cuanto a Carlos Sainz, que tuvo un gran fin de semana, encontró un muy buen ritmo con los neumáticos medios, lo cual le permitió acechar a Fernando Alonso por la tercera posición durante las primeras 20 vueltas. Sin embargo, de nuevo una parada demasiado temprana provocó que el madrileño saliera en tráfico y tuviese que apretar para adelantar a Fernando. Ese exigir a los neumáticos de más durante el comienzo del segundo stint condenó a las posibilidades de Carlos y de Ferrari de conseguir un nuevo podio, acabando incluso por detrás de George Russell al final de carrera.

La situación de Ferrari es contradictoria. El equipo muestra en carrera un ritmo incapaz de luchar con Aston Martin y con Mercedes. Sin embargo, los sábados la escudería italiana es capaz de hasta luchar por la pole. Otro de los problemas de Ferrari es que los puntos se reparten los domingos, y los domingos Ferrari se hunde. De nuevo en Miami fuimos testigos de cómo Pirelli fabrica unos neumáticos duros interminables para todos los equipos menos para Ferrari. Max Verstappen podría haber completado casi la totalidad de las vueltas con los duros sin apenas despeinarse. Sin embargo, en Ferrari aprietan dos vueltas y el ritmo empieza a caer en picado.

Y, finalmente, el último de los problemas del Cavallino Rampante; Imola. En dos semanas la Fórmula 1 regresará al Autódromo Enzo e Dino Ferrari, la auténtica casa de Ferrari. En una situación de desconcierto absoluto, Ferrari tendrá que dar la cara ante sus aficionados en uno de sus peores comienzos de temporada de los últimos años. Por ahora, a Ferrari solo le queda confiar en las mejoras y esperar que la caída no sea tan dura la próxima vez.

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