La Fórmula 1 es sinónimo de excentricidades y gastos de cuantías exacerbadas, un gran centro neurálgico donde converge investigación, desarrollo y tecnología, a semejanza de cualquier industria científica. Partiendo de la hipótesis previa, se requieren importantes ingresos para sostener los proyectos, razón de que los automóviles durante las competiciones se conviertan en pantallas publicitarias. Centrando la mirada en la tipología de los patrocinadores, estos han avanzado paralelamente a los intereses y estereotipos de la sociedad, a fines del siglo pasado predominando las tabacaleras y en las fechas más recientes las petroleras, empresas tecnológicas, y, sobre todo, el catalizado ascenso de las criptomonedas.

Emerson Fittipaldi a mandos del monoplaza de John Player Team Lotus (1972)

En las décadas de los setenta u ochenta, se ensalzaba la estereotipada figura del hombre donjuán, exitoso y vinculado a la cajetilla de tabaco; definición que se representa a la perfección sobre James Hunt, campeón del mundo en 1976 con Marlboro Team McLaren, cuyo estilo de vida, personal y deportivo, se apuntalaba gracias a los billetes de las tabacaleras. Una tónica que se extendía al resto de escuderías, basando su imagen corporativa alrededor de los cigarrillos. Numerosas alianzas tabacalera-escudería fructificaron, siendo una de las más representativas Team Lotus—en compañía de las esponsorizadas por Marlboro—, abandonando sus diseños en British racing green para adoptar una versión en negro donde se enaltecían las doradas serigrafías de John Player Special —tabacalera con origen en el área metropolitana de Nottingham—, inversiones que posibilitaron la gloria mundial de Emerson Fittipaldi, en 1972, y Mario Andretti, en 1978.

Michael Shumacher en el GP Brasil de 2002, con el Ferrari bajo el patrocinio de Marlboro

Con el paso de los años las inyecciones económicas de las tabacaleras disminuyeron, independientemente de la situación se consolidaron varias alianzas que alzaron a otros pilotos al cajón más alto del podio. Marlboro, después de una separación con McLaren, a mediados de 1995 se adentró en una larga relación conyugal con Ferrari, cuyos últimos vestigios, camuflados, permanecen visibles aún hoy en día. El romance comenzó con un cuantioso desembolso de la tabacalera para obtener los derechos del joven Michael Schumacher, la firma determinó el salario más alto percibido por un piloto hasta la fecha, 200 millones de pesetas por carrera, aproximadamente un millón de euros al cambio actual. Una decisión sometida a críticas acusativas de psicosis e irracionalidad, pero, como a toro pasado, todos adivinos (refrán español que refleja la facilidad de opinar a posteriori) supuso la perfección del cavallino rampante, archivando el kaiser en su historial cinco campeonatos y en el de Maranello seis.

Mild Seven patrocinador clave en la consecución del bicampeonato de Fernando Alonso

Quizás otra de esas sinergias, prácticamente desconocida, es la existente entre los bicampeonatos de Fernando Alonso y las tabacaleras; el auge y declive de la escudería francesa Renault se sincronizó con la presencia de Mild Seven, marca de cigarrillos japonesa —renombrada en la actualidad a Mevius, con el anhelo de ser el principal de proveedor de tabaco premium—, cuyo aporte de bañado azul celeste sobre el chasis del Renault R25 persiste en la mente del aficionado.

Este es uno de los últimos momentos memorables de las relaciones tabacalera-escudería que, matizándose un claro avance de mentalidad, eran practicas marcadas por la hipocresía, la promoción de elementos antisaludables en la celebración de eventos deportivos, únicamente en favor del beneficio económico. Si bien es verdad que la burocracia ha tratado de prohibir el impulso de esta clase de activos, el trabajo de los departamentos de marketing ha aportado soluciones, inmiscuyéndose en lagunas legales, y, logrando la promoción de las tabacaleras en base a referencias enmascaradas, no obstante, entendidas por el público objetivo.

Recurriendo a un informe de Stopping Tobacco Organizations and Products (STOP) y Formula Money, en la temporada 2021 Philip Morris International (PMI) y Bitish American Tobacco (BAT) abonaron $105 millones: $75 millones de PMI hacia Ferrari, a través del proyecto Mission Winnow (creado con la misión de transformar la compañía), y $30 millones de BAT a McLaren, introduciendo el lema de “A better tomorrow”. Una promoción que facilita su llegada a un público más joven: las tabacaleras no pueden estar presentes en redes sociales, donde participan activamente sus potenciales clientes, por lo tanto, emplean las escuderías de F1 para alcanzar el objetivo. Un público joven creciente en la F1 —según Ipsos, organización dedicada a la investigación de mercados, el 61% de los nuevos seguidores a la F1 tienen menos de 35 años, y el 36% son menores de 25 años—, por ende, un aspecto muy lucrativo para el sector del tabaco.

Ferrari en la temporada 2021, con la «M» en verde de Mission Winnow en alusión a la tabacalera Marlboro

Pese a la evolución constante de las legislaciones en torno a la materia, el epicentro que condicionará la desaparición completa de las tabacaleras del Gran Circo será la consecución de beneficios desde otros sectores empresariales. Una evolución orgánica, al estilo de la selección natural descrita por Charles Darwin: las empresas relacionadas con las criptomonedas han sobrepasado a las asociadas con el oro negro y desarrollo de software. Un mercado el de las criptomonedas que encuentra en la F1 un potencial compañero de viaje, al menos durante su camino la cima empresarial; el poder adquisitivo que sostienen los crypto exchange, la visibilidad de la categoría reina del automovilismo y los valores de tecnología y deseo de evolución, inherentes a los dos, favorecen estas relaciones contractuales.

El cambio orgánico citado se notifica en que para la temporada 2022, ocho de las escuderías que comprenden el plantel, a excepción de Williams y Haas, presentan un patrocinio de criptomoneda o exchange (destacando la presencia de Bybit como patrocinador principal en Red Bull Racing, con un costo de $150 millones por tres años); sumándose a la tendencia la propia F1, bajo el patrocinio de Crypto.com.

Red Bull de 2022 con presencia del exchange Bybit en el ala delantera

La revolución de los patrocinios automovilísticos es latente, y, como siempre, reflejo de las predisposiciones y estereotipos contemporáneos; a raíz de lo anterior, es con certeza pronosticable que el bombardeo promocional de activos financieros de alta volatilidad hacia un público joven acabará por ser perjudicial, como ha ocurrido con las tabacaleras. En el fondo se trata de un ciclo promocional vicioso que colapsará en un futuro, sin embargo, nutrirá la F1 de una mayor financiación, espectáculo y progreso tecnológico; como se suele afirmar en España, a toro pasado, todos adivinos, y cuando este colapse todo será crítica y rechazo.

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