Mucho ha llovido desde entonces, pero hubo un día en que la Fórmula 1 realizaba carreras fuera del campeonato -donde no se repartían puntos- en Cuba. Nos remontamos al final de la década de los 50’, por aquella época el régimen dictatorial de la isla liderado por Fulgencio Batista vio la F1 como un negocio más con el que atraer al turismo estadounidense. Durante la dictadura de Batista, Cuba se convirtió en el puerto de recreo de EEUU y su turismo más vicioso “Sexo, drogas y rock & roll”, por lo que organizar una carrera de estas características encajaba a la perfección como reclamo turístico para el público norteamericano; aunque también para las grandes masas de habitantes hispanos de la isla, ya que al ser iberoamericanos se sentían identificados con la gran superestrella de la F1 de entonces Juan Manuel Fangio: piloto argentino y 5 veces campeón del mundo -ostentó el récord de mundiales desde 1957 hasta 2003- el cual era toda una celebridad.

De esta forma se celebró el primer GP de Cuba el 25 de febrero del año 1957, en un circuito urbano en La Habana. Bajo la atenta mirada de 150.000 espectadores, Fangio que salía en la pole tuvo que remontar ya que en la salida perdió muchas posiciones. Gracias al abandono de los rivales más férreos como Phil Hill y Stirling Moss y a una parada en boxes del español el marqués Alfonso de Portago, quien tenía la carrera en el bolsillo a falta de pocas vueltas, Fangio cumplió su cometido y se llevó la victoria, recibiendo el trofeo de las manos del propio dictador Batista, lo cual sirvió también a nivel propagandístico del dirigente cubano.

J.M. Fangio junto a Fulgencio Batista

Cuba 1958, el evento más caótico de la historia

Pero la gran historia del GP de Cuba sucedió al año siguiente, para entonces la revolución cubana liderada por Fidel Castro era una seria amenaza para el régimen de Fulgencio Batista, y por tanto el ambiente en la capital era bastante tenso. Con la población dividida a favor de un bando u otro, el carácter propagandístico de la carrera era vital para Batista, que ansiaba una nueva victoria del querido Fangio para ganarse el favor del pueblo y mostrarse a nivel internacional. El argentino hizo valer su condición de favorito y se llevó la pole, pero la situación dio un giro radical esa misma tarde, en la víspera de la carrera.

“Usted me va a tener que acompañar”, en estas palabras se dirigió el joven revolucionario Manuel Uziel mientras amenazaba con un arma al propio Fangio en el mismísimo hall del hotel Lincoln, donde se alojaba el piloto, que estaba en compañía de sus compañeros y amigos. Ante ese panorama el argentino no pudo más que aceptar su destino, “Vamos” contestó y acompañó a su captor hasta un automóvil que esperaba en la puerta. Según algunas fuentes la intención de los captores era secuestrar también al otro piloto del momento, Stirling Moss; pero fue el propio Juan Manuel quien disuadió a los revolucionarios diciéndoles que estaba de luna de miel, lo cual era completamente falso.

El Hotel Lincoln en la actualidad

Durante las siguientes 30 horas el pentacampeón del mundo permaneció bajo custodia de los revolucionarios abanderados por Fidel Castro, pero este fue un secuestro de lo más atípico: durante todo el trayecto en coche, según contó el propio Juan Manuel Fangio, sus secuestradores de pidieron perdón más de 100 veces, y le explicaron que no tenían nada contra él. El motivo de su captura era evitar que participase en la carrera y sabotear el intento propagandístico del régimen que ostentaba el poder. El argentino conforme con aquello colaboró en todo momento en su propio secuestro, «si es por una buena causa, no tengo problema por estar aquí» les contestó el piloto.

Así fue como Juan Manuel Fangio, el hombre más rápido del momento pasó aquella noche y el día siguiente como huésped de lujo de un comando del Movimiento 26 de Julio, al que dieron un trato excepcional según el piloto. En propias palabras del argentino «Los rebeldes tenían una causa noble detrás de mi secuestro, y como tal debía apoyarlo», por lo que el entendimiento fue máximo durante aquellas horas en las que la prensa local e internacional se hacia eco de la noticia, sin conocer la realidad del secuestro. Esta repercusión mediática favoreció en cierto sentido a la revolución, ya que la causa de Castro y sus seguidores se hizo eco en todos los rincones del mundo.

En uno de los cambios de vivienda que tuvieron que realizar según crónicas de lo sucedido, al considerar Fangio que el conductor iba más rápido de lo necesario le dijo a este: «…métale despacio y verá que todo sale bien». Y agregó: «Ahora deben tener loca a toda esa gente detrás de mí».

La entrega

Una vez acabada la carrera, había que poner fin a un lujoso y cómodo secuestro. Con el paso de las horas y la caída de la noche la tensión por la desaparición que se alargaba más en el tiempo y los mensajes públicos de personas cercanas al corredor hicieron algo agónicas estos momentos finales.

 Además, la liberación del piloto planteaba otro problema, ya que, si era entregado a las autoridades, cabía la posibilidad de que estas decidieran asesinar a Fangio para así, poder acusar a los revolucionarios de un grave atentado. Como los secuestradores no encontraban un método con garantías, el propio Juan Manuel propuso que fuese entregado en la embajada argentina de La Habana, cuyo embajador era Raúl Guevara, quien como podréis deducir, era primo del Che Guevara, y por tanto simpatizaba con la revolución. Para realizar la “entrega” acordaron un piso poco optimo dadas las circunstancias, ya que requería de salir a la calle para llamar y usar el ascensor, se intentó camuflar la identidad de Fangio, pero solo pudieron darle unas gafas. Pese a todo la operación fue un éxito y no hubo ningún contratiempo añadido.

De esta forma el saboteo surtió efecto y el piloto regresó ileso a su estado de libertad, si es que en algún momento no lo estuvo, ya que como aseguró el propio Fangio «Nunca me vendaron los ojos. Cien veces me pidieron disculpas. Me parecieron macanudos. Les dije a los rebeldes que si me habían secuestrado por una buena causa, yo estaba de acuerdo. Su trato fue familiar y sus intenciones cordiales».

Primera foto de Fangio tras su puesta en libertad (Museo Fangio de Buenos Aires)

Salvado por el secuestro

Paralelamente la carrera fue un desastre y una tragedia a partes iguales. Hubo varios accidentes al comienzo de la prueba, uno de ellos provocando un fuerte impacto en una zona atestada de aficionados que dejó seis fallecidos y más de 40 personas heridas; pese a ello la carrera no se detuvo para intentar salvar el espectáculo, pero algunos de los pilotos pararon voluntariamente para socorrer a los heridos. Ante tal escandalo y dado lo insostenible de la situación, finalmente no hubo más alternativa que parar la carrera cuando apenas llevaban 6 vueltas, dando la victoria a Stirling Moss. Además, cuenta la leyenda que se detectó en el Maserati que debía haber pilotado Fangio un desequilibrio de 5mm en las suspensiones, lo cual hubiese podido ser fatal de haber participado en la prueba. Fangio también agradeció a sus captores haberlo librado de forma indirecta de tales peligros.

Tras el fin de la dictadura de Batista y el comienzo de la de Castro -líder de la revolución cubana- Fangio estableció lazos de simpatía y amistad con el gobierno de castrista quien también se disculpó y años más tarde recibió a Juan Manuel con honores en la isla caribeña; al final, nunca ha dejado de tratarse de una cuestión de propaganda.

Hubo una última prueba disputada en tierras cubanas, fue en 1960 y esta tuvo otro escenario, la Ciudad Libertad, para entonces Fangio ya no competía y el británico Stirling Moss volvió a alzarse con la victoria.

A modo de curiosidades, el intento de sabotaje mediante la captura de la gran estrella argentina se intentó realizar previamente en 1957, con el primer Gran Premio, pero la idea se planteó muy tarde y aunque se articulasen efectivos para su captura, un golpe por parte de las fuerzas del gobierno al frente revolucionario ese mismo día tumbó definitivamente la operación. Paralelamente, se instaló en la fachada del hotel Lincoln una placa conmemorativa del secuestro, eso sí, en unos términos bastante partidistas a favor de Fidel Castro y su movimiento.

Placan conmemorativa del hotel. Foto: Abraham Jiménez

Antes de terminar quería señalar que pese a todas las informaciones que circulan sobre este acontecimiento, existe un libro que recoge el testimonio de su autor, Arnold Rodríguez Camps, sobre la historia, ya que el mismo era miembro del Movimiento 26 de Julio y participó en la operación. En dicho libro el autor aporta gran cantidad de detalles del suceso, aunque con un enfoque muy partidista a favor del régimen castrista. Dicho libro se titula Operación Fangio.

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