Ganar el mundial de Fórmula 1 es una de las proezas más exclusivas del mundo del deporte, entrar en este selecto grupo (34 corredores), es motivo más que suficiente para alimentar la moral y ansias de los vencedores y lanzarse a por más, ya que para muchos no hay mayor gloria que esa, y están dispuestos a entregarse a ella mientras esté en su mano, tal es el caso de Fernando Alonso quien pese a probar suerte en otros terrenos ha preferido intentar por última vez ganar su tercer título mundial de pilotos; o el de Lauda quien después de sobrevivir a un terrible accidente volvió para seguir dando guerra, y conseguir otros 2 campeonatos; incluso encontramos pilotos que han pasado media vida luchando por ello sin conseguirlo, como Barrichello, quien participó en más de 300 grandes premios, entre los 90’ y 10’ .

Pero para sorpresa de muchos y por muy inconcebible que parezca, hay quienes consideran que con uno es suficiente, que el trofeo de la FIA no es más que otra copa vacía, o que retirarse en lo más alto es preferible a volver a intentarlo. A fin de cuentas, hay muchos motivos por los que ciertos pilotos anteponen otros motivos tras alcanzar el olimpo por primera vez, y es en esta tesitura donde se encuentran varios campeones del mundo hijos a su vez de padres pilotos de F1.

Graham y Damon Hill

El primer caso interesante es el de los Hill, Graham fue toda una celebridad y uno de los primeros grandes pilotos no solo de la F1 (dos veces campeón del mundo en 1962 y 1968), sino que es hasta la fecha el único piloto que ostenta el título no oficial de la “triple corona”, ya que fuera de la fórmula 1, participó y venció en las pruebas de Indy500 y las 24h de Le Mans. El británico era apodado “Mr. Mónaco”, lo cual habla por si solo sobre su dominio en el circuito del principado.

Bajo esta tesitura, tuvo que ser bastante difícil para su hijo Damon hacerse respetar y poner el valor su talento -inferior al de su padre en comparación con los rivales que tuvo que enfrentar cada uno-, debutó a los 31 años con Brabham, pero no fue hasta su etapa en Williams que contó con un monoplaza a la altura. En resumidas cuentas, le costó y hubo polémicas, pero finalmente ganó en el año 1996 con un coche muy superior al resto y un compañero debutante. Al año siguiente no continuó en el equipo y pese a que le sobrasen ofertas optó por la que más rico le haría, el equipo Arrows lo fichó con un contrato más que apetitoso, tanto que el presupuesto destinado al desarrollo del monoplaza fue insuficiente y no pudo más que demostrar detalles de calidad en carreras aisladas. Acabó por retirarse en 1999 después de deambular por equipos mediocres y con un talento venido a menos desde sus días dorados.

Keke y Nico Rosberg

Los Rosberg de padre finlandés e hijo alemán, son también un ejemplo de campeones del mundo. El mayor de ellos lo hizo en 1982 en un atípico campeonato donde la irregularidad fue una constante, Keke se llevó el titulo finalmente pese a haber logrado solo una prueba, y en la que los Ferrari capitularon primero por la muerte de Gilles Villeneuve y luego por la ausencia de Pironi -favorito sin Villeneuve- en las cuatro últimas citas del calendario.

Por su parte la historia de su hijo Nico es más reciente y conocida, el alemán después de muchas temporadas en F1 tuvo su oportunidad en Mercedes con la llegada de los motores híbridos en 2014, el contratiempo fue que en el garaje de al lado se encontraba Lewis Hamilton. El británico estuvo intratable en 2014 y 2015, pero en 2016 tras una sustanciable mejora de Rosberg y un abandono clave de Hamilton en Malasia, el hijo de Keke pudo unirse a su padre como padre e hijo campeones del mundo. Tan desgastado quedó el alemán de su batalla tanto dentro como fuera de pista con Hamilton a lo largo de 4 temporadas, que tras consagrarse campeón decidió dar un paso al lado; el trabajo ya estaba hecho y el hito conseguido.

Gilles y Jacques Villeneuve

A diferencia de los ejemplos anteriores, en esta familia no encontramos a dos campeones del mundo, ya que Gilles Villeneuve como ya hemos dicho, falleció en la clasificación de Bélgica en 1982. Se podría decir que murió antes de conseguirlo, ya que el virtuosismo del canadiense era equiparable al de muy pocos, tanto es así que hoy en día la figura de Gilles es más conocida y legendaria que la de muchos otros campeones del mundo.

Visto lo visto, su hijo Jacques tuvo que sobreponerse a su inmenso apellido, aunque este también le dio más visibilidad dentro del gran circo. Jacques mostró en varias categorías inferiores su valía a comienzos de los 90’, lo que le valió su debut en F1 de la mano del mejor equipo de la época, Williams, en 1996. Pese a su buen debut su compañero Hill, como ya hemos comentado tuvo fácil superarle. Para la temporada 1997 y con el movimiento del británico a Arrows, Jacques Villeneuve “solo” tuvo que hacer frente a Schumacher y su Ferrari. El mundial se decidió en aquella dramática y polémica carrera en el circuito de Jerez. Tras esto comenzó el declive de Williams, Jacques cambió de escuderías, y lo cierto es que no volvió a tener un coche competitivo, pero al mismo tiempo fue palpable como se fue diluyendo todo aquello que vimos de un piloto tan prometedor desde el día de su debut hasta el día que grabó su nombre en la historia.

Jos y Max Verstappen

El último caso de este peculiar fenómeno lo hemos vivido esta temporada con el también agónico final en la última carrera disputada hasta la fecha en Abu Dhabi; en esta situación nos encontramos ante la mayor descompensación entre padre e hijo de esta recopilación, dado que Jos Verstappen pese a mantenerse durante varias temporadas en la categoría reina, apenas cuenta con un par de podios en su haber como logros más reseñables, lo cual no está nada mal, pero comparado con la bestia de su hijo Max la diferencia es abismal.

Pese a su menor relevancia histórica, el padre de Max jugó un papel clave durante la infancia del joven piloto, siendo este una figura esencial en el precoz debut del neerlandés con tan solo 17 años de la mano del equipo Toro Rosso y de Helmut Marko. Max demostró un gran talento desde el día 1, pero la superioridad de Mercedes y eventualmente Ferrari no dieron oportunidad a Max de luchar por el campeonato hasta este mismo año 2021, cuando por fin lo ha conseguido.

Evidentemente Max Verstappen no ha decido retirarse ni piensa en abandonar la F1 ahora que es campeón, pero si que en las últimas carreras de la temporada vino desmitificando lo que es competir en esta categoría; hace un tiempo declaró sobre ser campeón del mundo que “lo importante es ganarlo” y que nunca vez conseguido no importa cuantas veces más lo haga, por lo que se plantearía buscar el éxito en otras categorías del motorsport. Más recientemente y ya con el título en el saco declaró que le dijo a su ingeniero de pista que el día que se retirase, se retiraría el también, y que no está interesado en trabajar con nadie más.

ABU DHABI, UNITED ARAB EMIRATES – DECEMBER 12: Race winner and 2021 F1 World Drivers Champion Max Verstappen of Netherlands and Red Bull Racing celebrates with his father Jos Verstappen in parc ferme during the F1 Grand Prix of Abu Dhabi at Yas Marina Circuit on December 12, 2021 in Abu Dhabi, United Arab Emirates. (Photo by Mark Thompson/Getty Images)

Es evidente que estos casos no presentan más que una casualidad del destino o una coincidencia en el carácter de pilotos hijos a su vez de otros pilotos. Quizás el peso del apellido pueda influir y atormentar más en algunos casos que en otros y de ahí la “necesidad” de demostrar su valía y desvivirse por cumplir una expectativa casi impuesta, la cual una vez superada ya no importa. Personalmente veo en cada uno de los descendientes unos talentos a la altura de la máxima exigencia de su momento, y que las condiciones adversas que tuvieron que enfrentar, simplemente fueron mayores que ellos. Con un poco de suerte, Max Verstappen y su prometedor futuro podrán desmontar este artículo, tan solo le pedimos a su ingeniero Gianpiero que aguante un poco más.

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